La enfermedad de membrana hialina (EMH) es un cuadro de dificultad respiratoria grave y progresiva, que se produce fundamentalmente en recién nacidos prematuros. Se presenta aproximadamente en el 5 a 10% de los niños nacidos antes del término del embarazo, siendo más frecuente a mayor prematuridad.
Tal es el caso de Victoria Guardado, una pequeña de tan solo 6 años de edad, quien está sobreviviendo a través de una máquina respiratoria. No obstante, su madre está agradecida con el Creador, porque los médicos no le dieron esperanzas de vida cuando nació.
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Esta enfermedad es producida por falta o déficit de surfactante, que es una sustancia producida en forma natural por los pulmones maduros y cuya función es evitar el colapso del pulmón, permitiendo que se insufle con mayor facilidad.
A medida que la enfermedad avanza, el bebé puede desarrollar insuficiencia ventilatoria (aumento de las concentraciones de dióxido de carbono en la sangre) y cesación prolongada de la respiración (apnea).
La madre de Guardado alegó que han sido años difíciles y debe constantemente vigilando a su pequeña. También, recalca necesitar de una mano amiga. Por lo que solicita de una silla de ruedas, para que Victoria no solo pueda estar postrada en cama.
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¿Cómo se trata la membrana hialina?
Los niños que desarrollan una EMH requieren cuidados especiales y monitorización en una UCI neonatal. A los recién nacidos que presenten síntomas moderados se les administra oxígeno y presión positiva continua en la vía aérea, mientras que aquellos con sintomatología más severa requerirán conexión a un ventilador artificial.
Junto con esto, se les administra surfactante artificial a través de un tubo endotraqueal, el que disminuye el colapso pulmonar característico de estos pacientes.
Pese a que el pronóstico de estos niños ha mejorado luego de la introducción del cuidado intensivo neonatal y de terapias específicas, la EMH sigue siendo una de las principales causas de mortalidad neonatal.
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