«El hombre del filo», así es conocido don Joel , ya que se encarga de darles una segunda oportunidad de vida al afilarlos con su esmeril y que estos pueda seguir siendo útiles para las tareas.
Cometó que a muy corta edad se encargó de aprender el oficio, mismo que ahora es considerado como un arte y que pocas personas pueden hacerlo. “Este oficio me lo enseñó mi padrastro, primero no me gustaba, pero con el tiempito me fue gustando. Aquí uno se hace su tiempo”, dijo.
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Su experiencia lo ha llevado a que se encargue de afilar piochas, cuchillos, tijeras, corvos, cumas, azadones y hachas. Su negocio es popular en el mercado central. Ya son más de 40 años practicando este trabajo.
Son 40 años de experiencia como «El hombre del filo»
En ese proceso, don Joel explicó que primero enciende sus máquinas, luego acerca las piezas para que estos agarren filo. Alrededor de dos minutos y medio son los que se toma para un cuchillo. Cada pieza lleva su tiempo.
No todo es fácil, ya que hay algunos que llevan mayor complicación, por ejemplo, los alicates y las guillotinas. Estos son delicados y deben cuidarse para que estos no se dañen. Por su ubicación, son muchos los comerciantes del mercado que se vuelven clientes del él por ejemplo; los negocios de alimentos.
Sin duda, su dedicación y pasión por ese trabajo lo ha llevado a ganarse la confianza, inclusive, son muchos los que lo buscan desde el interior del país. Ahora, ya lo sabe, si quiere ser parte de la experiencia que ofrece el hombre de hierro puede buscarlo en el puesto nueve, entre los edificios 6 y 7 del mercado central de San Salvador.
Video/TCS/reportaje elaborado por: Fabiola Hernández.
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