El trabajo infantil priva a los niños y niñas de su derecho a la educación y el juego. Muchos padres de familia los exponen al peligro.
Además, para los menores es agravante el bienestar físico, mental y moral. Según datos de El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), 73 millones de niños están en situación de trabajo infantil peligroso. La mayoría son de entre 15 y 17 años, aunque 19 millones de niños que se enfrentan a labores peligrosas tienen menos de 12.
Video/TCS. Reportaje elaborado por Fabiola Hernández.
La realización de actividades laborales impide que los pequeños asistan a la escuela y supone que tengan que abandonar las clases de forma prematura o se vean en la obligación de combinar sus estudios con un trabajo.
El trabajo infantil tiene graves consecuencias que repercuten en el correcto desarrollo físico y emocional de los niños que lo sufren:
- Consecuencias físicas: los niños que trabajan pueden llegar a desarrollar enfermedades y dolencias crónicas, desnutrición, sufrir cortes y quemaduras por trabajar con maquinaria y herramientas inadecuadas para su edad o sufrir abuso por parte de los adultos.
- Consecuencias psicológicas: los menores pasan mucho tiempo en un ambiente hostil y violento, lejos del amparo y protección de sus familiares.
Leyes que penan el trabajo infantil en El Salvador
Algunos padres de familias utilizan a sus hijos para hurtar o cometer otros delitos, pero estos son factores agravantes penados por la ley.
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El artículo 35 de la Constitución de la República de El Salvador, precisa que “El Estado protegerá la salud física, mental y moral de los menores, y garantizará el derecho de estos a la educación y a la asistencia”.
Las peores formas de trabajo infantil son designadas como trabajo peligroso, y son consideradas delitos para quienes usen, recluten a cualquier persona menor de 18 años.
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