El día de ayer, le presentamos la primera parte del reportaje por parte del periodista Alex Rivas, quien nos mostró cómo es el protocolo para entrar al recinto, pero si se lo perdió puede verlo en el siguiente enlace: ¡Así es vivir una noche en el CECOT! | Parte I.
Ahora, podrá conocer cómo los reos suben a las literas de cuatro alturas en las que duermen, sin colchón una sábana, contra el puro metal. Pero, sus sueños son interrumpidos a las 4:00 de la madrugada, donde habitualmente los custodios realizan una requisa en cada celda.
Aquí nunca se hace de noche. Una luz artificial baña las celdas y el patio interior las 24 horas del día. Al llegar a las se lavan el cuerpo y los dientes en unas pilas de piedra y hacen sus necesidades en dos retretes del fondo, a la vista.
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Después, que toman sus sagrados alimentos, salen en grupo a un enorme pasillo interno, un máximo de 30 minutos al día, siempre con grilletes en los pies y las manos que los mantienen encorvados y sometidos mientras caminan por el cemento. En este tiempo, realizan ejercicios y reciben una reflexión enfocada en la palabra de Dios.
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Sin lugar a dudas, desde el momento en que cada uno de los criminales condenados, o en proceso de sentencia, ingresa a esta penitenciaría, se dará cuenta que, tras el cierre de los portones principales no podrán acariciar la libertad, como lo desea un reo, quien asegura arrepentirse de sus crímenes.
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El CECOT fue construido en una zona rural aislada, en un predio de 166 hectáreas, de las cuales 23 albergan una decena de pabellones de reclusión, resguardadas por 2.1 kilómetros de muro perimetral.
El confinamiento posee una extensión de más de 236 manzanas de 5,200 kilómetros de terreno. El centro tiene una capacidad de 40 mil internos y un moderno sistema de seguridad que permite vigilar cada uno de los movimientos de las personas desde su ingreso.
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