En la Catedral Metropolitana de San Salvador se llevó a cabo la misa crismal, una eucaristía presidida por el arzobispo, Luis Escobar Alas, en el cual se bendicen a todas las imágenes que los creyentes llevan, así como los aceites.
El arzobispo recordó que, gracias a esta celebración, todo lo que se está bendiciendo durante este día servirá para poder realizar bautizos en el año, así como la unción de los enfermos, entre otros ritos católicos para determinados momentos especiales.
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Además, esta misa significa, para muchos que decidieron tomar el camino del sacerdocio como bandera de su vida, renovar los votos que les permite seguir sirviendo a Jesús desde su apostolado.
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La fe católica se encuentra al máximo de fervor en los diversos eventos religiosos que en este momento se encuentran realizando. También, otros feligreses llegan a los templos a cumplir penitencias por milagros recibidos.
Previo a la misa crismal
Este día no solo se realiza la eucaristía, sino también, previo a ello, hay personas que, bajo oraciones, pidieron algún milagro personal o ajeno, ya sea por una curación de alguna enfermedad, o por mejorar en el estudio, e incluso por encontrar trabajo.
A todas estas personas se les denomina penitentes, y buscan agradecer a Dios y Jesús el milagro o la gracia concedida. Jennifer Romero, feligrés, menciona que es la primera vez que lo realiza.
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Sin embargo, hay otras personas que llevan tiempo realizando este tipo de actos de penitencia. Tal es el caso de Celia, una mujer que asegura lleva seis años llegando para agradecer la vida de su hija que, con tan solo tres meses, fue internada en un hospital de gravedad.
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Todo acto tiene una explicación. El presbítero Narciso Bordigon, párroco de la iglesia El Calvario, mencionó que la gente quiere sentir que sufre lo que sufrió el hijo de Dios, y por eso realiza este tipo de penitencias. El objetivo principal es «vivir» un poco lo que padeció Jesús durante ese camino con la cruz.
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Cada una de las personas recorren la calle de La Amargura, donde, hincados, parados, descalzos, algunos vendados de los ojos, otros amarrados de manos, pies o ambos, caminan hasta llegar adentro de la iglesia, y junto a los pies de la imagen del Cristo cautivo, rezan para dar gracias.
Bordigon aseguró que es una actividad que se realiza año con año, cada Jueves Santo, y que permite vivir cada quien a su estilo la Semana Santa.
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