Cojutepeque es un municipio ubicado en el departamento de Cuscatlán, característico por tener artesanos de madera. Algunos de ellos se encargan de elaborar juegos artesanales que son muy reconocidos por los salvadoreños. Hoy le hablamos sobre los capiruchos, trompos y yoyos.
De los pocos artesanos que elaboran estos bonitos juegos artesanales en este municipio se encuentra Julio César Juárez, quien comenzó a trabajar la madera desde su infancia y recordó que, desde pequeño, los yoyos, trompos y capiruchos formaron parte de sus juegos con los amigos.
Video/TCS
Posteriormente, estos mismos lo motivaron a trabajar la madera para elaborarlos. Nos contó que, para la creación de los capiruchos, yoyos y trompos se utiliza madera de:
- Cedro
- Caoba
Don José es el encargado de cortar los trozos de madera según el tamaño de cada uno de los juegos. Luego, las piezas son trasladadas al torno para que se dé la forma final.
El tiempo de fabricación dependerá de los detalles que cada uno de los productos llevará, así lo explicaron los artesanos en madera.
Las mayores ventas de trompos, yoyos y capiruchos son para el exterior
«Generalmente estos juegos son enviados al extranjero. Es poca la demanda que existe acá en el país. También disminuyó la venta durante la pandemia», explicaron los artesanos.
Para dar el toque final a cada uno de los juegos, aquí también los artesanos elaboran entretenidos y coloridos diseños, los cuales permiten ser una opción personalizada para un regalo perfecto, aún más para aquellos compatriotas que están lejos del país.
Sin duda, este tipo de juegos artesanales les permite recordar a los salvadoreños en el exterior un poco de las costumbres y tradiciones de los juegos infantiles que el algún momento formaron parte de sus vidas.
Pese a que estos productos no son movidos en grandes cantidades y demandas en El Salvador, los artesanos en madera aseguraron que, con su trabajo y fabricación, buscan rescatar el juego del trompo, yoyo y capirucho en las nuevas generaciones.
Te podría interesar: San Vicente, una dulce visita por sus moliendas