Los cuentos y leyendas son parte de la narrativa histórica de los pueblos. No se puede desmerecer el valor cultural que cada uno representa o representó en su contexto específico, y hoy en día, es muy común que los relatos se hereden a la posteridad, transmitiéndose en las generaciones.
Uno de los términos que más se ha popularizado por la irrupción del internet, pero que dista mucho de ser actual, es el de «doppelgänger«, que traducido al español, sería «doble andante», según la BBC.
El mismo forma parte del mito que propone que todos tienen un doble igual a uno en este mundo.
Incluso, muchas personas crean artes en torno a la leyenda:
De hecho, contempla que no solo hay uno, sino siete seres humanos idénticos, que están en algún lugar del mundo, aunque no los conozcamos.
Esto resulta curioso, pues es innegable que algunos, en mayor o menor medida, nos hemos encontrado con gente físicamente muy parecida a nosotros. Pero de ahí a afirmar que hay dobles exactos, sin ser gemelos ni tener relación genética entre sí, hay un largo trecho.
Jean Paul y su «doppelgänger»
El término lo usó por primera vez por el escritor alemán Jean Paul Richter, en su novela Siebenkäs, en la que el protagonista, Firmian Stanislaus Siebenkäs, tiene problemas maritales y le consulta qué hacer a su amigo, Heinrich Leibgeber, con el que guarda un gran parecido físico. Y el cual le aconseja fingir su propia muerte, y comenzar una nueva vida.
Sin embargo, el concepto de un ser humano igual a otro ha estado presente en varias creencias y mitologías milenarias. Así como en la literatura. Un ejemplo de ello es Edgar Alloan Poe, que cuenta un caso similar de un personaje en su relato, William Wilson.
En la actualidad, autores han abordado el tema buscando encontrar la relación entre el concepto de «doble» y las estructuras sociales, como un ente antagónico y opuesto a las mismas. Es decir, que desafía el discurso hegemónico simbólico, cargado de racionalidad, y de una sola dirección del pensamiento.
Sin embargo, en el psicoanalismo cobró cierta importancia, sobre todo, por considerarse como uno de elementos del yo, y por ende, una de las expresiones de los deseos del inconsciente.
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