Las laboriosas manos de los artesanos de Quezaltepeque llevan más de un siglo poniendo color a los homenajes que los salvadoreños rinden a sus seres queridos fallecidos, mediante la elaboración de las flores de papel encerado.
Este distrito cuenta con varios artesanos, entre ellos se encuentra don Baltazar Aquino y su esposa, Ana, quienes por más de 20 años se han dedicado al arte de encerar. También, René Valencia comentó que, desde hace 14 años, se dedica a cortar el papel, un proceso muy difícil que pocos saben ejecutar.
Video/TCS. Reportaje elaborado por Sofía Chi.
Luego de la corte de papel, hay otros artesanos que cortan el alambre para el tallo, otros que lo forran, y otras manos las que tiñen con alcohol y «añelina» el papel.
Luego, por lo general mujeres, arman una a una las pequeñas flores, aunque las hay de todos los tamaños; por ejemplo, las orquídeas o las rosas son más grandes. De acuerdo con Valencia, son más de 30 tipos de flores que ejecutan, dependiendo el gusto de cada cliente.
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Las flores enceradas son un bien cultural
En octubre de 2020, el Ministerio de Cultura anunció el reconocimiento y declaratoria de Bien Cultural de las técnicas para la elaboración de las flores de papel enceradas de Quezaltepeque.
No se sabe con certeza cuándo nació la flor de papel encerada dentro del territorio quezalteco, pero de acuerdo con el acta municipal de 1902, aparece registrada como producto que circulaba dentro de la ciudad como un oficio tradicional, pero según las artesanas más longevas, este oficio de las flores de papel enceradas es más antiguo y data de antes de 1902.
Entre las más veteranas se encuentra Dora Escobar, quien desde sus 14 años, aprendió a encerar y con el tiempo le enseñó a muchas mujeres como forma de tradición.
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