Las elecciones federales en Alemania dejaron un triunfo de los conservadores, un crecimiento sin precedentes de la extrema derecha y una amarga derrota del partido del canciller Olaf Sholz.
Los comicios adelantados tuvieron una participación ciudadana del 83.5%, el más alto desde la reunificación alemana en 1990. Las elecciones federales parlamentarias del 23 de febrero fueron convocadas tras el colapso a finales de 2024 del gobierno de coalición formado por los socialdemócratas (SPD), los verdes y el Partido Liberal Demócrata (FDP).

El triunfo de los conservadores
El conservador partido Unión Demócrata Cristiana (CDU) ganó las elecciones con un 28.5% de los votos. Con este resultado, Friedrich Merz, de 69 años y antiguo adversario de Angela Merkel, queda a las puertas de convertirse en el próximo canciller de Alemania.
En segundo lugar, se ubica la ultraderecha Alternativa por Alemania (AfD), liderada por Alice Weidel, que alcanzó un resultado récord de 20.8%, sobre todo del voto joven. Mientras que en tercer lugar aparece el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) del actual canciller, Olaf Sholz, con un 16.4%. Sholz reconoció «el sabor amargo» de la derrota.

Factor Trump
“Parece que el partido conservador alemán ha ganado unas elecciones muy importantes y esperadas. Al igual que en Estados Unidos, el pueblo alemán se cansó de la agenda sin sentido común, especialmente en materia de energía e inmigración, que ha prevalecido durante tantos años”, escribió el presidente Donald Trump en su red Truth Social.
Y es que el regreso de Trump a la Casa Blanca le ha dado un giro radical a la política exterior de Estados Unidos hacia Europa en general y Alemania en particular, por lo que también debe replantearse. Trump es muy crítico con sus aliados europeos de la OTAN, a los que acusa de no gastar lo suficiente en defensa y abusar del paraguas militar de Estados Unidos desde hace décadas
Para el caso, Trump inició una negociación con Rusia sobre Ucrania, sin tomar en cuenta a la Unión Europea y ha dejado claro que ni Alemania ni el resto de los países de la UE pueden dar por sentado que Estados Unidos acudirá en su ayuda en caso de un ataque a su territorio.
Ultraderecha capitalizó rechazo a inmigración
En 2015, la entonces canciller Angela Merkel decidió abrir las puertas de Alemania a los refugiados que huían de la guerra en Siria, mientras otros vecinos europeos cerraron sus fronteras. Inmigrantes de otros países también se instalaron en Alemania y más de 2 millones de personas llegaron al país aquel año.
La actitud favorable de los alemanes hacia la inmigración ha ido disminuyendo. En 2016, Alemania resultaba con un 7.1 en el índice de Aceptación de la Inmigración de la encuestadora Gallup y en 2023 había caído a un 6.4.
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Y es que la inmigración masiva trajo consigo problemas de integración y algunos ataques cometidos por solicitantes de asilo musulmanes, en localidades como Mannheim, Solingen, Magdeburgo y Afschaffenburg que han causado indignación en el país. El último 10 días antes de los comicios en Múnich, donde una madre y su hija de 2 años murieron cuando un vehículo atropelló a una multitud. Un ciudadano afgano fue acusado por el incidente.
Este malestar con los inmigrantes fue capitalizado políticamente por la extrema derecha de Alternativa por Alemania (AFD), que obtuvo el mejor resultado de su historia. Además, cuenta con el apoyo del millonario estadounidense Elon Musk, estrecho aliado de Trump
Economía alemana estancada
Alemania era considerada la «locomotora de Europa», porque lideraba e impulsaba el crecimiento económico en la Unión Europea.
Por su pujante industria y la energía barata que llegaba de Rusia, Alemania crecía y generaba empleo, sobre todo, por la exportación de autos y otros productos de alto valor añadido a sus socios europeos y a los mercados masivos de Estados Unidos y China.
Pero ese crecimiento se ha detenido en los últimos años. Wolfgang Münchau, economista y director de Eurointelligence, dice que «el milagro económico alemán se ha terminado» debido a decisiones tomadas en la época de bonanza de la canciller Merkel.
«En la década de 2010, Alemania aumentó su dependencia del gas ruso, invirtió menos en fibra óptica e infraestructura digital, e incrementó su dependencia de las exportaciones», dijo Münchau, que cree que su país no ha sabido adaptarse a tiempo a la era digital y ahora ve cómo su hasta hace poco prestigiosa industria del motor se ve superada en la carrera hacia los autos eléctricos por una mejorada competencia china.
Mientras tanto España, menos dependiente de los gasoductos que conectan Rusia con la Europa occidental, ha desplazado a Alemania como líder del crecimiento de la UE.
Formación del próximo gobierno
Aunque la candidatura del conservador Friedrich Merz ha sido la más votada, no ha obtenido mayoría y deberá negociar alianzas para acceder al cargo de canciller y formar gobierno. Pero su objetivo es detener el sorprendente ascenso de la ultraderecha, en un país que todavía busca expiar el oscuro capítulo de la historia nazi.

La líder de Alternativa para Alemania, AfD, Alice Weidel, saludó el resultado que calificó de histórico y dijo que su partido estaba dispuesto a gobernar con la CDU/CSU. Pero Merz rechazó de forma tajante la posible coalición con la extrema derecha de AfD porque considera que “quieren todo lo contrario de lo que queremos nosotros, y, por tanto, no es posible gobernar con ellos”.
CDU/CSU cuenta con 208 parlamentarios y SPD tiene 121, por lo que sumarían 329 votos, en un parlamento de 630 escaños, por lo que superan la mayoría y podrían formar un gobierno con Merz como Canciller, sin necesidad de aliarse con la ultraderecha de AfD que ha ganado 151 puestos, casi el doble de los que ganó en 2021.
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