El equinoccio de primavera es un fenómeno astronómico en el que el día y la noche tienen la misma duración debido a la posición del Sol respecto al Ecuador. Este evento también se repite en septiembre para marcar el inicio del otoño, se debe a la inclinación de la Tierra y su movimiento alrededor del Sol.
Magali Arriola, miembro del Observatorio Micro Macro de la Universidad Don Bosco (UDB), explicó que este fenómeno se origina por la inclinación de la Tierra con respecto al plano de la eclíptica, que es de aproximadamente 23.5 grados. “Esta inclinación es la responsable de las cuatro estaciones astronómicas que conocemos hasta hoy”.
Además. Arriola aclaró que en países tropicales, como El Salvador, solo se perciben dos estaciones meteorológicas: la seca y la lluviosa. Aunque estas no coinciden con las estaciones astronómicas, su influencia se refleja a nivel planetario con los equinoccios de primavera y otoño, así como los solsticios de verano e invierno.
Leonel Hernández, de la Asociación Salvadoreña de Astronomía, señaló que a diferencia de los equinoccios, los solsticios ocurren cuando el Sol se encuentra en su punto más al norte o al sur del Ecuador. “En junio está al norte del Ecuador terrestre o celeste, y en diciembre, al sur. No se cruzan las dos líneas, sino que están en el punto de mayor separación entre ellas”.
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Equinoccio de primavera marcaba tiempos de siembra
Históricamente, el equinoccio de primavera también ha sido relevante para civilizaciones antiguas que lo utilizaban como referencia para la planificación agrícola. Hernández menciona que este evento marcaba los momentos adecuados para preparar la tierra, sembrar y cosechar, funciones esenciales para la subsistencia de aquellas sociedades.
Aunque hoy en día la agricultura se rige más por tecnologías modernas, el estudio de estos fenómenos astronómicos sigue siendo fundamental para entender cómo la Tierra interactúa con el Sol y cómo esta relación influye en aspectos esenciales de la vida cotidiana.
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