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viernes, 22 noviembre, 2024

Estrés laboral crónico: síndrome de burnout

El síndrome de Burnout es conocido, diagnosticado y prevenido en ámbitos de trabajo cada vez más generales e inespecíficos.

El burnout, también llamado «Síndrome del Trabajador», es la sensación de fracaso y la existencia agotada que resultaba de una sobrecarga por exigencias de energía, recursos personales o fuerza espiritual de los trabajadores. Este síndrome puede provocar cansancio y falta de energía, problemas estomacales, dolores de espalda y articulaciones. ¿Cómo se puede controlar?

Vídeo TCS.

Desde hace al menos dos décadas, el síndrome de Burnout es conocido, diagnosticado y prevenido en ámbitos de trabajo cada vez más generales e inespecíficos, llegando a encubrir situaciones como el estrés laboral o la fatiga crónica.

El «Síndrome del Quemado” se ha generalizado en la actualidad; este se debe sin duda a una deficiente conceptualización y al interés de determinadas organizaciones.

Las personas experimentan estrés laboral cuando sienten que existe un desequilibrio entre lo que se les exige en el trabajo y los recursos con los que cuentan para satisfacer dichas exigencias y no son suficientes.

¿Qué síntomas puede producir el burnout?

Ante esa situación de desequilibro, se produce el proceso de activación del cuerpo típico del estrés que se convierte en un problema cuando se prolonga el tiempo. Sin embargo, son los sentimientos y emociones negativos los que terminan superando y dominando a los positivos.

Además, pueden desencadenar signos fisiológicos y alteraciones de conducta como estos:

Emocionales: ansiedad, agresión, apatía, aburrimiento, depresión, fatiga, sentimiento de culpa, vergüenza, irritabilidad, mal genio, tristeza, baja autoestima, tensión, nerviosismo y sensación de soledad.

En el pensamiento: incapacidad para tomar decisiones, para concentrarse, olvidos frecuentes, hipersensibilidad a la crítica, bloqueos mentales.

En el comportamiento: predisposición a accidentes, consumo de drogas, explosiones emocionales, comer, beber o fumar en exceso, falta de apetito, excitabilidad, conductas impulsivas, alteraciones en el habla, risas nerviosas, incapacidad de descansar y temblores.

En el trabajo: absentismo, relaciones laborales pobres, altas tasas de cambio de trabajo, mal clima en la organización, antagonismo con el trabajo, falta de satisfacción con el desempeño del empleo y mala productividad.

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