Un reciente estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) revela que la región ha experimentado un incremento del 23% en fenómenos naturales durante el período 2020-2024, en comparación con los cinco años anteriores.
Este aumento no solo representa un desafío ambiental, sino también un impacto económico significativo para las familias, que deben enfrentar gastos adicionales debido a la emergencias climáticas. Ante este panorama, la región, ya de por sí vulnerable, enfrenta un escenario complejo por la falta de inversión en políticas enfocadas en la prevención y gestión de riesgos.
En ese sentido, Luis González, ambientalista de la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES), indicó que «si bien es cierto que las amenazas de origen natural han aumentado, principalmente vinculadas al impacto del cambio climático… el aumento de los eventos climáticos extremos llámese sequías, tormentas tropicales, huracanes, lluvias intensas, pero también se combinan en un territorio altamente vulnerable».
Video / TCS. / Reportaje elaborado por: Daniel Ayala.
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Impacto económico de los desastres naturales
Además, este tipo de eventos presentan efectos económicos directos y, en muchos casos, devastadores. Por ejemplo, en El Salvador, las familias gastan alrededor de $501 en reparaciones y daños causados por estas eventualidades, según datos de un estudio de capacidades financieras del Banco Central de Reserva (BCR) en 2022.
«Estos problemas climáticos en otros países donde hay mejores condiciones de desarrollo se atienden con seguros, pero nosotros sabemos que en nuestro país el uso de los seguros es bastante bajo, entonces ahí ya tenemos un grado de dificultad», destacó el economista Otto Rodríguez.
El mismo informe del BCR subrayó que el 27% de los salvadoreños afrontan estos gastos mediante préstamos, ya que no cuentan con fondos de ahorro para emergencias. Como una alternativa, Rodríguez sugirió la creación de un fondo de desastres con aportaciones del gobierno y la empresa privada, lo que podría ser una herramienta clave para mitigar los efectos de estos eventos.
Por su parte, los ambientalistas insisten en la importancia de adoptar un enfoque preventivo tanto por parte de las autoridades como de la población. Sobre este punto, González resaltó que «en la medida en que se pueda tener claridad que la gestión de riesgos no solo es la emergencia, no solo es cuando llueve que hay que ir a sacar a la gente de las comunidades, sino que también tiene que haber acciones previas, correctivas y también preventivas».
Entre 2020 y 2024, Latinoamérica registró 323 fenómenos naturales, 62 más que en el período 2015-2019, cuando ocurrieron 261. Este incremento del 23% refleja la urgencia de implementar políticas y estrategias que fortalezcan la resiliencia de la región ante los desafíos climáticos.