Más de algún ser humano sobre la Tierra, en cualquier época, habrá contemplado el cielo, admirando la inmensidad del mismo, como una ventana hacia algo todavía más coloso y magnífico que, en tiempos pasados, se desconocía.
Desde que el ser humano tiene consciencia de que vive en un planeta que forma parte de un sistema, que a la vez compone una inconmensurable galaxia, se ha preguntado en qué lugar se halla el marco exacto de esa ventana hacia el espacio.
Es decir, el punto justo donde la Tierra termina, y comienza la inmensidad.
Pues bien, nuestra especie ya nombró ese punto crítico, bautizándolo como línea de Kármán. La cual consiste, en palabras simples, en la altura aproximada en la que la atmósfera ya no tiene influencia sobre el planeta, y que las propiedades físicas, como la gravedad terrestre, o los elementos vitales (el oxígeno), empiezan a debilitarse.
Para darle paso a la ingravidez relativa del espacio, y la ausencia de O2, clave de la vida en la Tierra.
Sin embargo, a pesar de que hemos recorrido un largo trecho en la investigación espacial, e incluso, logramos trascender los límites de la Tierra, y conquistar el espacio. A través de las misiones tripuladas a la Luna, y las no tripuladas a Marte, aún no existe consenso sobre a qué distancia, de la superficie, está el punto que separa a nuestro cuerpo celeste del espacio.
Algunos científicos consideran que se halla a 80 km, mientras que otros suben la vara, hasta 100 km, siendo esta última la cifra más aceptada.
La línea de Kármán
Conviene remontarnos al origen de su nombre, en honor al doctor Theodore von Kármán (1881-1963), que, relata la NASA, fue una de las mentes más brillantes del siglo XX.
Kármán tenía gran afición por los principios físicos que permitían el vuelo de los aviones. Desde ahí, comenzó a mostrar interés por la aerodinámica.
En su vida, se dedicó a intentar dar respuesta a dónde se encuentra este misterioso punto limítrofe del planeta. Al cual situó, finalmente, a 100 km de la superficie.
La Federación Internacional de Aeronáutica (FAI) ha seguido esa altitud como límite de referencia desde que Kármán lo propuso. Para que las aeronaves no superaran esa elevación en su vuelo. De modo que, esa distancia, es la que separa la astronáutica de la aeronáutica, dice la FAI en su sitio oficial.
La atmósfera no tiene límites definidos. Es una capa que, a mayor altitud, se hace menos densa. De forma que, en un punto, desaparece, pues las fuerzas orbitales se imponen a las aerodinámicas (de la Tierra).
El comunicado de la FAI
En 2018, la FAI emitió un pronunciamiento, donde apuntaba que análisis recientes presentaban un «caso científico convincente» que sugería la reducción de la línea de Kármán, de 100 a 80 km.
Por ello, la FAI dijo que se pondría en contacto con la Federación Astronáutica Internacional (IAF), para proponer que, en 2019, se hiciera un taller, donde se evaluara la nueva evidencia, y se discutiera la posibilidad de descender el parámetro a esa altura.
Sin embargo, la reunión, al parecer, no se llevó a cabo, pues ninguna de las dos instituciones anunció ningún cambio en la línea de referencia, para ejecutar sus operaciones.
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