Cada vez que la presidencia de Estados Unidos cambia de manos, el personal de la Casa Blanca, en el corazón de Washington DC, enfrentan el desafío único de mudar en cuestión de horas a la familia del presidente saliente e instalar a la nueva primera familia.
Mientras el presidente entrante se encuentra en un extremo de la Avenida Pensilvania prestando juramento en el Capitolio de Estados Unidos, en la Casa Blanca, se apresuran a mudar a la primera familia saliente y preparar la residencia para los nuevos ocupantes.
“Es increíble. Pienso que es un milagro logístico”, dijo Jeffrey Engel, director del Centro de Historia Presidencial de la Universidad Metodista del Sur en Texas.
La mudanza en paralelo a la juramentación
Mientras la atención mundial se centra en la transición de poder, los trabajadores de la famosa residencia preparan una transición de domesticidad que pase inadvertida y se lleve a cabo sin interrupciones. Con un camión de mudanzas enfrente de la Casa Blanca y otro en la parte de atrás, el personal saca las pertenencias de una familia y trae las de la otra. Guardan artículos de uso cotidiano cuidadosamente seleccionados, como champús y pasta de dientes favoritos de la familia entrante.
Un equipo de 90 personas dirigido por el ujier jefe de la Casa Blanca realiza la mudanza en lugar de empresas externas de mudanzas. Según Kate Andersen Brower, autora del libro “La residencia: Dentro del mundo privado de la Casa Blanca”, los integrantes del equipo cuentan con autorización de seguridad, conocimiento de edificios y están familiarizados con las tradiciones de la histórica casa, que ha sido la residencia de todos los presidentes desde 1800, cuando la capital de Estados Unidos se trasladó de Filadelfia a Washington DC.
Es un emotivo trabajo de todos
Desde los empleados domésticos hasta los ingenieros, “todos colaboran y se convierten en personal de mudanza por un día”, explica Andersen Brower. Tienen entre 4 y 5 horas para completar el trabajo: Después de que los presidentes saliente y entrante salgan juntos de la Casa Blanca para la toma de posesión y antes de que el recién investido presidente y su familia regresen de las festividades del día para prepararse para el baile de gala de la noche.
“Es una situación en la que todo el mundo se pone manos a la obra”, expresa Andersen Brower. “Es un gran esfuerzo, y los miembros del personal están muy orgullosos de sí mismos por llevarlo a cabo”.
El día de la toma de posesión, el personal cambia los colchones y limpia la residencia. La mayoría de los muebles permanece en la histórica casa. Cualquier renovación o redecoración que deseen los nuevos ocupantes se hará posteriormente.
El personal de la residencia es apolítico. No revelan por quién han votado en ninguna elección, dice Anita McBride, que fuera la jefa de personal de la ex primera dama Laura Bush. Hay tradiciones tanto en el Ala Oeste, donde se encuentran los despachos del Presidente y de sus asesores de alto nivel, como en la residencia central y la zona de oficinas del Ala Este, que destacan la santidad de la transición de poder.
Te podría interesar
En un cajón del escritorio “Resolute” del Despacho Oval, construido con madera de roble del buque británico HMS Resolute y obsequiado al presidente Rutherford B. Hayes en 1880 por la reina Victoria de Gran Bretaña, los presidentes modernos dejan una carta de apoyo a sus sucesores. Las cartas varían desde lo extravagante hasta la humildad en la derrota. En 1989, el presidente Ronald Reagan utilizó papel para cartas impreso con la frase “No dejes que los pavos te depriman” en su nota al presidente entrante George H.W. Bush, quien a su vez, tras perder contra Bill Clinton en 1993, escribió: “Le deseo lo mejor. Le deseo lo mejor a su familia. Su éxito ahora es el éxito de nuestro país. Le apoyo con todas mis fuerzas”.
El personal de la residencia también tiene sus tradiciones, señala McBride. Durante una reunión de despedida en el Salón Este, el personal entrega a la primera familia saliente la bandera que ondeó sobre la Casa Blanca el primer día de residencia de esa familia y la bandera que ondeó la mañana de la partida de la misma familia saliente. “Es muy emotivo”, indica McBride. “El personal se encariña con un presidente”, sin importar de qué partido político sea. No obstante, afirma, los miembros del personal son “los mejores profesionales. Tienen un trabajo que hacer”. Y el 20 de enero, el personal de la residencia hace su parte en la transición pacífica del poder dando la bienvenida a la familia del próximo presidente.
Texto con información de share.america.gov
Te podría interesar: Donald Trump y su desafiante retrato oficial