En una noche que prometía quedarse grabada en los anales de la Champions League, el Estadio Olímpico Lluís Companys se preparaba para acoger un duelo de titanes.
El Barcelona de Hansi Flick, sediento de revancha y redención, recibía al Bayern de Vincent Kompany, un equipo que destila poder y precisión.
El Barcelona, que salió dispuesto a romper el molde desde el primer minuto. Apenas habían pasado unos segundos cuando los culés encontraban la llave para abrir la defensa adelantada del Bayern.
Pasaba el tiempo y el Bayern no tardó en hacer cambios que buscaban inyectar energía y urgencia a su juego.
Concluía así un partido para la historia, donde el Barcelona se impuso de manera demoledora ante un conjunto bávaro apagado, cuya falta de respuesta se debía a la gran labor de los culés.