Unos investigadores de la NASA y de universidades y laboratorios británicos y estadounidenses, descubrieron que Saturno está perdiendo sus famosos anillos, el rasgo más ilustre del cuerpo celeste, único en el Sistema Solar.
Así lo anunció la NASA en su momento:
«Una nueva investigación de la NASA indica que los icónicos anillos de Saturno no solo son más jóvenes de lo que se pensaba antes. Sino que se esfuman a un ritmo demasiado rápido, en comparación con la edad de Saturno«.
Una piscina olímpica en media hora
El descubrimiento se realizó gracias a las imágenes obtenidas por las sondas Voyager 1 y 2, lanzadas en 1977.
La respuesta es simple: la gravedad del planeta está atrayendo a las partículas que los forman, que son bloques de hielo de varios tamaños:
«Los anillos están siendo atraídos hacia Saturno por la gravedad, como una lluvia polvorienta de partículas de hielo, bajo la influencia del campo magnético del astro«, se lee en la nota de la agencia espacial.
James O’Donoghue, del Centro de Vuelo Espacial de la NASA en Greenbelt, Maryland, respecto a eso, declaró:
«Estimamos que esta ‘lluvia de anillos’ drena una cantidad de productos de agua que podría llenar una piscina olímpica de los anillos de Saturno en media hora«.
Además, calculó que, todo el sistema, desaparecerá en 300 millones de años.
Por otro lado, la NASA apuntó que la nueva investigación favorece la hipótesis de que los anillos no tienen más de 100 millones de años de existencia, cifra corta en comparación con la edad de Saturno, de 4 mil millones de años.
Las estructuras son, en su mayoría, trozos de hielo de agua de diversos tamaños, desde granos de polvo microscópicos, de menos de 0,01 cm, hasta rocas de 10 metros.
Así explica la NASA su composición:
«Saturno se conoce por su enorme sistema de anillos que se extiende a unas 175.000 millas del planeta. Los cuales consisten en miles de millones de trozos de hielo y roca, ¡que pueden ser tan grandes como montañas!«.
Se cree, también, que tienen tolinas, una mezcla de hidrocarburos simples, nitrógeno y otros componentes, que le dan su característico color tostado.
Lluvia de anillos
La lluvia de anillos es el fenómeno detrás de la desaparición de la emblemática neblina que rodea a Saturno.
Se le llama así a los productos de agua cargados que vienen de la ionosfera del planeta, y entran a su atmósfera, a través del campo magnético.
Esa materia desechada, adoptada por la atmósfera, provoca cambios drásticos en la química «ionosférica«, y produce la eliminación de la neblina.
«Los granos de hielo de menos de un micrómetro (equivalente a una millonésima parte de un metro) pueden fluir desde los aros hacia la atmósfera a través del campo magnético. Este proceso se llama “lluvia de anillos«», dicen los investigadores.
Así lo ilustra, de otra forma, el astrónomo James O’Donoghue:
«Los aros de Saturno se vierten en el planeta en un proceso que se llama «lluvia de anillos». Al entrar, dejan la frialdad del espacio y se calientan con la atmósfera de Saturno hasta que… explotan (se subliman), ¡pasando de hielo a gas!«.
Dicho proceso erosiona y esculpe el sistema, regido, de manera primordial, por el campo magnético del planeta.
Lo hace a través de la interacción entre tres fuerzas: electromagnéticas, gravitatorias, y centrífugas.
La gravedad gana
La fuerza centrífuga y magnética hacen lo opuesto a la de gravedad, pues repelen los granos que están estacionarios respecto al campo magnético, y los devuelven al sistema de anillos.
En este punto, tanto la fuerza centrífuga como la magnética están igualadas, y son las únicas que actúan sobre los bloques de hielo (la gravedad no), por lo que no se mueven de lugar y se mantienen en el sistema.
Sin embargo, los granos que están a una distancia radial inferior a 1,62 Rs (radio ecuatorial de Saturno, equivalente uno a 60,268 km), son inmunes a esas fuerzas, y terminan ingresando por la gravedad, que se impone sobre las otras dos.
En cuanto a la velocidad a la que entran, se sabe que las partículas de hielo pueden adquirir carga y, al hacerlo, su rapidez varía respecto a la del campo magnético. Pues son capaces de ir más rápido, más lento, o a igual velocidad.
La mayoría va al sur
Sobre esto, los investigadores apuntan que, a distancias radiales menores a 1,525 Rs, los granos que estén «relativamente» inmóviles en comparación con los anillos, serán atraídos al hemisferio sur del planeta.
Sin embargo, otros, dependiendo de su velocidad, acabarán en el norte.
Los anillos desaparecerán
Y sentencian que, si se permite generalizar sus aproximaciones e hipótesis sobre la primavera del norte de Saturno, o sea, el área observada, a todo el planeta, infieren que los anillos desaparecerán en varios millones de años, al ser tragados hacia el mismo cuerpo celeste:
«Suponiendo que nuestra medida de la primavera del norte de Saturno represente todas las estaciones, y que los aros puedan reorganizarse con el tiempo, el mecanismo de la lluvia de anillos, por sí solo, los drenará hacia el planeta en 292 millones de años, cifra aproximada«.
La NASA ha recordado que no todos son idénticos:
«No todos los anillos de Saturno son iguales. Algunos eclipsan a otros«.
Los autores finalizan enfatizando que, estimar la pérdida de la masa de los anillos, es fundamental para calcular su edad, el tiempo de vida, y la evolución de los mismos.
La misión Cassini
La agencia recuerda que la nave espacial Cassini, de la NASA, voló en 2017 el espacio que hay entre el planeta y los anillos, y con su espectrómetro de masas de impacto, detectó la presencia de granos de decenas de nanómetros de tamaño, en alta concentración cerca de los anillos.
Los cuales estaban en latitudes medias en los hemisferios norte y sur. Esto, para los científicos, fue «una confirmación espectacular del proceso de lluvia de anillos«.
Así celebró la NASA la misión:
«Hace un año, nuestra nave espacial Cassini finalizó su épica exploración de Saturno, con una inmersión planificada en la atmósfera del planeta, enviando nuevos datos hasta el último segundo. La nave espacial se ha ido, pero la ciencia continúa«.
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