El pasado 28 de febrero, dos trenes chocaron en el norte de Grecia, dejando como saldo 57 personas fallecidas, y más de 70 heridos. Ante esto, los ciudadanos han realizado masivas protestas desde el pasado 8 de marzo.
Este día no ha sido la excepción. Una huelga general de 24 horas ha paralizado el transporte, incluidos los vuelos y buena parte de los servicios públicos.
Aunque el comercio y la industria no se han sumado al paro convocado por los dos sindicatos más importantes, ADEDY y GSEE, el transporte y la sanidad pública, y muchos centros educativos sí han suspendido o reducido su actividad.
También están en huelga los trabajadores de los puertos, los taxistas, y todo el servicio público de transporte urbano.
En Atenas, unas 28,000 personas, según la policía, se congregaron ante el Parlamento griego para reclamar que se encuentren a los verdaderos culpables de la tragedia.
Todas las protestas son contra el gobierno conservador, al que acusan de no garantizar la protección ferroviaria, por retrasar la instalación de sistemas de seguridad.
“Es una vergüenza que estos jóvenes no se encuentren vivos en este momento, a causa de la incapacidad del Estado griego”, dijo una joven de 23 años a los medios locales e internacionales.
Will VASSILOPOULOS / AFPTV / AFP.
Disturbios en las protestas
En la protesta de Atenas se produjeron varios altercados, cuando manifestantes lanzaron cócteles molotov a policías antidisturbios. Los cuales respondieron con gases lacrimógenos y granadas aturdidoras.
Más allá de la catástrofe ferroviaria, los griegos manifiestan su frustración por el deterioro de los servicios públicos.
Aunque el accidente se atribuyó por las autoridades a un error humano, un tema que ha generado tensión es el estado de la red ferroviaria, y los graves retrasos en la modernización de la señalización.
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