Un sacerdote fue asesinado ayer, en el estado de Chiapas, al sur del país, después de oficiar una misa, en Chiapas, México. El jesuita fue identificado como Marcelo Pérez.
El párroco salía del barrio de Cuxtitali en San Cristóbal de las Casas, cuando dos personas a bordo de una motocicleta dispararon contra el vehículo en que viajaba.
Su muerte se produce en un momento en que la violencia se ha intensificado en Chiapas en los últimos años, en medio de la disputa de poderosos grupos criminales por las rutas para el tráfico de migrantes. De enero a agosto, el estado registró alrededor de 500 asesinatos, frente a los 309 del mismo período del año pasado, según datos oficiales.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, tras lamentar el suceso, informó que las investigaciones ya están abiertas.
El Centro de Derechos Humanos Minerva Bello, por su parte, emitió un comunicado en el cual condenó el homicidio del sacerdote Pérez.
Luego de señalar que su partida «es una enorme pérdida para las causas justas de los pueblos en Chiapas y de la región sur del país». También, la ONG exhortó “mediante sus instituciones, investigue estos hechos lamentables que privaron de la vida a Marcelo Pérez Pérez y, este hecho no quede impune”.
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La vida del sacerdote estaba en riesgo desde el 2015
Los medios locales han dado a conocer que el sacerdote tzotzil Marcelo Pérez sabía que su vida corría peligro. Enfrentó amenazas de:
- Grupos paramilitares y autoridades desde hace más de una década
- Persecución judicial, pero siguió trabajando en la defensa de los derechos humanos en Chiapas.
Desde 2015, Pérez tenía medidas cautelares por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), debido al riesgo que enfrentaba.
La CIDH instó al Estado mexicano a adoptar medidas de protección para garantizar la seguridad del padre, luego de que en mayo de 2014 fuera seguido por vehículos cuyos ocupantes “parecían militares”.
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