La venganza es un plato que se sirve frío, dice un dicho siciliano. Y el noruego Martín Odegaard esperó casi 10 años para servírselo al Real Madrid. Volvió al Santiago Bernabéu como capitán del Arsenal inglés y lo eliminó en cuartos de final de la Champions League.
El equipo del español Mikel Arteta ganó con un categórico 3-0 al Real Madrid en la ida en Londres y 2-1 en la vuelta en el Bernabéu. No hubo épica remontada. Y con el 5 – 1 en contra en el global, dijo adiós, por ahora, al sueño de la 16° orejona en su nutrido salón de trofeos. De hecho, Odegaard, con el brazalete de capitán y para indignación del madridismo fue captado diciendo “adiós” al equipo que fue su casa, pero donde no logró triunfar.
¿Por qué es una venganza de Odegaard con el Real Madrid?
Es una forma de verlo. El habilidoso mediocampista noruego aterrizó en Madrid el 22 de enero de 2015. Martin Odegaard (en realidad se escribe Ødegaard, con una O con barra oblicua, que se usa en los alfabetos nórdicos), tenía entonces solo 16 años. Llegó con el cartel de ser una de las grandes joyas del fútbol europeo.
El joven venía de destacar en el Strømsgodset IF noruego, donde entrenó con el primer equipo con sólo 13 años y debutó con 15. Llamó la atención de los cazadores de talentos y acabó recalando en el Castilla, la filial del Real Madrid.
Allí se puso a las órdenes de Zinedine Zidane, técnico castillista en aquel entonces. Un mes después, anotó su primer gol. Pero le costaba adaptarse.
«Fue surrealista. No tenía edad para conducir, así que mi padre tenía que llevarme a entrenar todos los días para jugar con Isco, Cristiano Ronaldo, Sergio Ramos, Modric, Bale y Benzema, como si me dejara en el colegio», contaba Odegaard en 2023.
En mayo de 2015, jugó por primera vez en el Bernabéu. Sustituyó al mítico Cristiano Ronaldo en la última jornada de Liga frente al Getafe. Odegaard tenía 16 años y 157 días, se convirtió en el jugador más joven en debutar en LaLiga en la historia del club blanco. Su calidad era indiscutible. Tiene una zurda privilegiada.
Y aunque era considerado uno de los jóvenes más prometedores de la generación del 98, su rendimiento en Segunda B no fue todo lo decisivo que se esperaba.
El noruego cedido a varios equipos
Dos años después, salió del Castilla en el mercado invernal de 2017. Recaló a préstamo en el Sportclub Heerenveen de Holanda.
En agosto de 2018, el club madrileño lo cedió al Stichting Betaald Voetbal Vitesse, también de Holanda. Allí recuperó sensaciones. Se convirtió en un pilar del equipo.
Tras renovar con el Madrid hasta 2023, el 5 de julio de 2019, la Real Sociedad de España lo incorpora como cedido por una temporada. Sus buenas actuaciones le convirtieron en titular indiscutible y referente del equipo. La afición “txuri urdin” lo llamaba “Martinxo”.
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En 2020, Zidane, ya en el banquillo del primer equipo, lo convence que vuelva al Real Madrid. Le ofreció un papel relevante. Sin embargo, una vez más la competencia era feroz y los pocos minutos de juego que le dieron no fueron suficientes para su padre y agente, Hans Erik.
«Cuando llegó, era muy joven; no había sitio para él en el equipo», dijo el entrenador del Real Madrid, Carlo Ancelotti, la semana pasada. «En la delantera teníamos a Ronaldo, Benzema, James Rodríguez, y él no encontraba el espacio para mostrar sus cualidades».
Odegaard ficha con el Arsenal
El Arsenal, en plena revolución tras la llegada del joven entrenador español Mikel Arteta, llegó a un acuerdo con el Madrid en el verano de 2020 para otra cesión. Y más tarde desembolsó 35 millones de euros para convertir a Odegaard en su nueva estrella.
El internacional noruego se convirtió en el capitán de los Gunners y se consolidó como uno de los mejores jugadores de la Premier League.
¿Se equivocó el Real Madrid con Odegaard?
Han pasado 10 años desde que Martin Odegaard llegó al Real Madrid y tras 5 años de su salida por la puerta de atrás, ha hecho las paces con el equipo de la capital española, indiscutido rey de copas europeas. De hecho, en esta década ganó 5 de sus 15 orejonas. No es nada fácil hacerse un espacio.
«Entiendo por qué no funcionó hoy… Era sólo un niño», dijo. «Me presioné demasiado y dejé de jugar con la chispa que recorre mi juego. Me preocupé más por no cometer errores, mientras que mi juego siempre ha consistido en marcar la diferencia, en intentar el pase difícil».
Pero en el partido del miércoles, con o sin ánimo de venganza, Odegaard, en su calidad de capitán Gunner, tomó el balón al minuto 14 para patear un penalti contra el Real Madrid. La grada del Bernabéu contuvo la respiración. Quizás solo fue un distractor, porque cedió el disparo a Saka, que lo falló. Si Odegaard hubiera tirado y anotado, quien sabe lo que hoy se estaría comentando.
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